sábado, 14 de agosto de 2010

NUEVO PACTO

NUEVO PACTO

   Pacto. Es un convenio, acuerdo o contrato entre dos o más partes (individuos o grupos). El primer propósito de un pacto es para que ambas partes sean beneficiadas de tal transacción. Existen pactos bilaterales o unilaterales, condicionales e incondicionales.
    La idea de hacer un pacto o contrato es asegurar que lo que se ha acordado se va a cumplir. Si una de las partes en un Pacto no cumple con su responsabilidad, la otra parte o partes no tienen la obligación de cumplir con la de ellos. Además, se puede reclamar legalmente contra la parte que no cumplió su determinada labor. El Pacto obliga, una vez este ha sido ratificado "aceptado", no puede ser anulado ni invalidado, ni se le puede añadir ni quitar.

   Es importante entender que un Pacto es válido solo y únicamente dentro de las estipulaciones establecidas y solamente para las partes establecidas. Por ejemplo, cuando Dios hizo el Pacto con Abraham, lo hizo solo con él y su descendencia, la cual prometió seria bendecida. Dios tenía en mente una serie de bendiciones que afectarían directa y totalmente a esta descendencia, pero cuando el lugar donde se encontraban los descendientes de Abraham, Jacob y sus hijos sufrió una sequia, ellos tuvieron que viajar a Egipto para poder tener alimentos para ellos y sus animales. Esta bendición estuvo preparada de antemano para proteger a los Israelitas, descendientes de Abraham, pero en el proceso las bendiciones afectaron positivamente a los egipcios que no eran parte del Pacto.
    Dios escogió obrar de una manera especial con un solo pueblo para llevar a cabo Su plan redentor para toda la humanidad. «Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3).




   La promesa de bienes materiales en el pacto incluyó la promesa de la tierra como una heredad. Se necesitaría un lugar para la nación venidera, y este lugar fue designado como la tierra de Canaán. En Bet-el, al norte de Jerusalén, Dios habló a Abraham, diciendo: «Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, vé por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré» (Génesis 13:14-17). En vista de esta promesa, Abraham vivió y viajó por esta tierra por el resto de su vida. Dios había hecho una promesa; cumpliría lo que había dicho.El pacto incluía la promesa de bendiciones espirituales. Puesto que las naciones del mundo serían benditas por medio de las bendiciones de Dios sobre los descendientes de Abraham, esta promesa debe de incluir algo más que las bendiciones materiales.  De veras que Dios ha bendecido a todo el mundo por medio de los descendientes de Abraham.   Fue por medio del pueblo hebreo que fue dada la revelación del Antiguo Testamento, pues todos los profetas eran hebreos. Fue por medio de la nación hebrea que recibimos el Nuevo Testamento, pues todos los escritores del Nuevo Testamento (con excepción de uno, según piensan algunos) eran hebreos. Hay que recordar también que el Señor Jesucristo era de la nación hebrea, de la tribu de Judá.




    Entendemos que la manera en que Dios trabaja o se relaciona con los hombres es a través de pactos. Esto lo entendemos porque encontramos que existen en la Biblia una serie de pactos establecidos por Dios entre él y los hombres.
    En la Biblia encontramos dos tipos de pactos. La Parte que inicia el Pacto se presenta describiéndose a sí mismo y lo que ha hecho, luego se presenta una lista de obligaciones a cumplirse por ambos o más partes.
    En el caso de Abraham vemos esto claramente, Dios llamó a Abraham para que saliera de la casa de su padre y pactó con él. En el caso del pueblo de Israel, Dios solamente trató con este pueblo. Dios escogió a Abraham para salvación de los de entre la casa de su padre, de los dos hijos de Abraham, solo escogió a Isaac y no a Ismael para traer la descendencia que recibiría salvación, de los hijos de Isaac, solo escogió a Jacob (Israel) y no a Esaú para traer la salvación, y de los de la casa de Israel seria salvo solo un remanente escogido.
   Cuando miramos la historia de la salvación, vemos que siempre ha sido igual la manera en que Dios ha tratado. El Pacto de Dios con Abraham fue para él y su descendencia, pero solo por la línea de Isaac no por Ismael, por Jacob y no por Esaú. En la actualidad, los hijos de Abraham de acuerdo al pacto y la promesa son los de la casa de Israel. Esto no significa que los demás no recibieron bendiciones indirectas de estos pactos, ya sea por asociación o por posición pero no por estar incluíos en el pacto. Tanto Ismael como Esaú como los no escogidos del pueblo de Israel recibieron bendiciones por asociación y por posición.
   En estos pactos establecidos por Dios vemos que aquellos con los que se establece el pacto son llamados "escogidos" y "pueblo o nación de Dios". El Pacto de la Gracia es un Pacto que sigue los mismos principios de los pactos anteriores que Dios ha establecido con el hombre. La diferencia de este pacto es que es mucho más amplio. Este pacto cubre las razas humanas de toda la tierra, no solo los hijos carnales de la casa de Abraham. El pacto con la casa de Israel fue una representación a menor escala de lo que sería el Pacto de la Gracia. "Abraham es un tipo de Cristo". De acuerdo al Apóstol Pablo, cuando Dios dijo a Abraham que el Pacto era para él y "su simiente", se estaba refiriendo a Cristo mismo (Génesis 17; Gálatas 3:16). De la misma manera en que los hijos de Abraham formaban parte del Pacto y sus bendiciones, ahora en el Nuevo Pacto, los hijos de Cristo (creyentes) forman parte del Nuevo Pacto y sus bendiciones como herederos según la promesa. Estos (cristianos) son "el Pueblo de Dios" y "los Escogidos". Es de notarse que bajo el Pacto de la Gracia se utiliza el adjetivo "escogidos", igual que se usaba con el Pueblo de Israel del Antiguo Testamento.
   El hecho de que los creyentes son llamados "Pueblo de Dios" (Mateo 1:21; Hechos 18:10), y "Escogidos", aun antes de ser salvos (2 Timoteo 2:10), significa que no todos los humanos forman parte de este Pacto sino solo aquellos que Dios ha "seleccionado" o "escogido" en Cristo, según dice la Biblia, desde antes de la fundación del mundo. De no ser así, la palabra "escogidos" no tendría ningún significado pues ella misma da a entender que algunos "no son" escogidos y no tienen parte en el Pacto de Dios aunque pueden de manera indirecta, beneficiarse de este, y lo hacen.
   De la misma manera que la familia o descendencia de Abraham se hacían miembros participantes del Pacto Abrahamico y del Pacto Sinaítico por medio del nacimiento natural (carnal) también los miembros del Pacto de Gracia (Nuevo Pacto) se hacen miembros deeste por medio del nacimiento espiritual (Nuevo Nacimiento). Aunque los miembros hayan sido "escogidos" desde antes de la fundación del mundo para ser hechos "hijos" y herederos juntamente con Cristo, estos miembros no pueden disfrutar los beneficios del Pacto de Gracia hasta que sean salvos por medio de la fe en Cristo. Los miembros del Pacto Abrahamico y Sinaítico eran declarados bendecidos antes de nacer por ser descendientes de Israel según la carne, pero estos al igual que los creyentes del Nuevo pacto, no llegaban a disfrutar de las promesas delPacto hasta después que habían nacido.
   Se esperaba que todos aquellos que nacían llegaran a ser miembros fieles a las obligaciones del Pacto para así también recibir los beneficios o "bendiciones" de este. De Igual manera se espera que aquellos que han "Nacido de Nuevo" y han entrado a formar parte de los beneficiados bajo el Pacto de Gracia se mantengan santos y guarden los mandamientos del Pacto.
           

        
   
   Entonces de la misma manera que Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Por lo tanto, sabed que los que se basan en la fe son hijos de Abraham.
Y la Escritura, habiendo previsto que por la fe Dios había de justificar a los gentiles, anunció de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: “En ti serán benditas todas las naciones.”
  Desde luego, los que se basan en la fe son benditos junto con Abraham, el hombre de fe.
Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la Ley para cumplirlas.
    Desde luego, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque el justo vivirá por la fe. Ahora bien, la ley no se basa en la fe; al contrario, el que hace estas cosas vivirá por ellas.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que la bendición de Abraham llegara por Cristo Jesús a los gentiles, a fin de que recibamos la promesa del Espíritu por medio de la fe.
  Hermanos, hablo en términos humanos: Aunque un pacto sea de hombres, una vez ratificado, nadie lo cancela ni le añade. Ahora bien, las promesas a Abraham fueron pronunciadas también a su descendencia. No dice: “y a los descendientes,” como refiriéndose a muchos, sino a uno solo: y a tu descendencia, que es Cristo.
Esto, pues, digo: El pacto confirmado antes por Dios no lo abroga la ley, que vino 430 años después, para invalidar la promesa.
    Porque si la herencia fuera por la ley, ya no sería por la promesa; pero a Abraham Dios ha dado gratuitamente la herencia por medio de una promesa.
    Toda la vida de Abraham se centra en el pacto que Dios celebró con él; y es de tal importancia que supera al pacto en Sinaí (Gá. 3:15-18). El pacto en Sinaí tenía que ver con Israel; la promesa a Abraham con «todas las familias de la tierra», incluyendo también, ciertamente, la promesa de la tierra a su descendencia física a través de la línea de la promesa a perpetuidad, por cuanto Israel iba a ser instrumento de salvación (cp. Gn. 12:3; Is. 49:7). Suspendida ahora en cuanto a Israel por la desobediencia de la nación, verá su cumplimiento final cuando en la restauración de todas las cosas, en los tiempos mesiánicos, Israel, convertida a Cristo, será reinjertada, siguiendo el símil del apóstol Pablo, a las prerrogativas del pacto (Ro. 11).
    Abraham fue padre de Ismael, Madián y de muchos otros grupos orientales. No es de asombrarse que grandes multitudes lo aclamen como padre en aquel inmenso territorio del mundo, y que haya numerosas tradiciones con respecto a él. Su vida es para el cristiano digna de la más profunda atención, en vista de las maneras en que Dios se le reveló, en vista también de la formación de su carácter bajo las circunstancias en que Dios lo probó. También es digno de mucha atención como tipo de la vida del cristiano como peregrino y extranjero en esta tierra, buscando, como Abraham antaño, «la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y constructor es Dios» (He. 11:9-10).

Dios de pacto(Marcos Witt?



Heb. 8:6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
  Ya sea que discutamos el diezmo o asuntos mucho más importantes, el nuevo pacto no es simplemente un pacto antiguo "enmendado" - es realmente un "NUEVO" pacto, un "ministerio más excelente", un "mejor pacto", y está "establecido sobre mejores promesas". No logro entender por qué esta sencilla verdad es tan difícil de comprender. Esto significa que el don de la gracia es un ministerio más excelente, que el don de la gracia es parte de un mejor pacto, y que el don de la gracia está establecido sobre mejores promesas. A Dios no le pareció bien reafirmar el diezmo en los documentos del nuevo pacto.
Heb. 8:7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se habría procurado lugar para el segundo.
Heb. 8:8 Porque, reprendiéndolos, dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto.

Heb. 8:6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
  Ya sea que discutamos el diezmo o asuntos mucho más importantes, el nuevo pacto no es simplemente un pacto antiguo "enmendado" - es realmente un "NUEVO" pacto, un "ministerio más excelente", un "mejor pacto", y está "establecido sobre mejores promesas". No logro entender por qué esta sencilla verdad es tan difícil de comprender. Esto significa que el don de la gracia es un ministerio más excelente, que el don de la gracia es parte de un mejor pacto, y que el don de la gracia está establecido sobre mejores promesas. A Dios no le pareció bien reafirmar el diezmo en los documentos del nuevo pacto.
Heb. 8:7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se habría procurado lugar para el segundo.
Heb. 8:8 Porque, reprendiéndolos, dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto.
   El "primer pacto" era la TOTALIDAD de la ley como fue dada a Moisés desde el Monte Sinaí. Sin embargo, sucedía algo erróneo con el pueblo del pacto antiguo. Todo Israel había prometido: "Todo lo que Jehová ha hablado, eso haremos" (Éxodo 19:8). Todo los israelitas habían dicho "Amén" doce veces al leérseles las doce maldiciones (Deut. 27:15-26). Pablo escribió: "Y la ley no es de fe, sino que dice: 'El que hiciere estas cosas, vivirá por ellas'. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición" (Gál. 3:12,13). Al fracasar Israel en la observancia de la ley por su propio esfuerzo, cayó bajo la maldición de Dios. Mientras estuvo bajo la maldición de Dios, su única salvación consistía en poner su fe en la misericordia de Dios, que abriría la puerta de la verdad para que Israel viera a Cristo Jesús.




¡"Y la ley no es de fe" incluye el diezmo! El diezmo era una ordenanza obligatoria. En realidad, ¡actuaba como LA ordenanza en que se fundamentaba toda la ley del pacto antiguo! El diezmo era la provisión de la ley que sostenía, y así hacía posible, la existencia misma del sacerdocio levítico por medio del cual Dios administraba el resto de la ley, sus sacrificios, y todas las otras ordenanzas y juicios (Números 3 y 18).
Heb. 8:9 No como el pacto que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
   El nuevo pacto es claramente diferente porque no es "como el pacto que hice con sus padres". Esto no es hablar en jerigonza. ¡Quiere decir exactamente lo que dice! La ley afirmaba: "Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas" (Deut. 27:26, Gál. 3:10). Cuando un Israelita de pleno derecho dejaba de diezmar, ese israelita quedaba la maldición del pacto antiguo (Mal. 3:9). Sin embargo, el cristiano no puede estar bajo la maldición de la ley del pacto antiguo. Cuando Pablo dijo: "Cristo NOS redimió de la maldición de la ley" (Gál, 3:13), se refería a los otros cristianos judíos que una vz habían estado bajo esa maldición.
Heb. 8:10 Por lo cual, éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo.
Heb. 8:11 Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, dieiendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.
Heb. 8:12 Porque tendré misericordia de sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.
Dios dijo: "Pondré mis leyes en la mente de ellos, y en su corazón las escribiré".
   Las leyes del nuevo pacto de Dios son leyes morales eternas que reflejan su carácter. Las leyes eternas son claramente obvias en la mente y el corazón de todo verdadero creyente. Aunque puede que el aspecto de "dar" del diezmo sea eterno, el "diez por ciento" es claramente cúltico y no ha sido revelado por el Espíritu Santo como un principio eterno después del Calvario. Las leyes morales de Dios no son de la naturaleza del diezmo, el cual requiere que una persona persuada a otra persona en relación con lo que ya no está obviamente "en la mente y el corazón". Para reiterar el punto, mientras que el "dar" puede ser moral, o natural, el "diez por ciento" es claramente cúltico y ya no es evidente en la mente.
Estos textos también dan a entender que el nuevo pacto será un sacerdocio de los creyentes, más bien que una jerarquía de ministros sostenidos por diezmos y que enseñan a los demás.
Heb. 8:13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
   Hace dos mil años, se escribió que las leyes del pacto antiguo ya eran "decadentes y estaban envejeciendo" (NAS), eran "obsoletas y viejas" (NIV); eran "anticuadas" (TLB). Gálatas 4:31 dice que el pacto antiguo había sido "echado fuera". La palabra de Dios es clara sobre este tema.

TODO SE LO DEBO A EL (Marco Yaroide)


    Es maravilloso comprender que nuestra esperanza no se afinca en el presente, en donde las circunstancias adversas muchas veces nos llevan a tambalear y a pensar incluso que no vale la pena seguir adelante. Nosotros, como hijos de Dios y gracias a la obra redentora del Señor Jesús, tenemos asegurado el estar por siempre en Su divina presencia. Es algo que nuestra mente finita no alcanza a dimensionar, pero que es realidad porque la sangre de Cristo lavó nuestros pecados y nos hizo aceptos delante del Padre.

  Vamos a poner el asunto en perspectiva desde un plano humano. Supongamos que usted necesita entrevistarse con el Presidente. Siguiendo el proceso normal de pedir cita, esperar respuesta y finalmente encontrarse con la negativa, ha comprendido que no será fácil. De pronto usted recuerda que es cercano al hijo de ese gran mandatario. ¿No buscaría usted un encuentro con la máxima autoridad de su país acudiendo a la mediación del hijo? Sin duda que sí. Eso es lo que ocurre—guardando las proporciones—con el Señor Jesús quien nos acerca al Padre.

  Hoy, además de tener acceso a Su trono de gracia y de misericordia, tenemos asegurada Su presencia en nosotros mediante el Espíritu Santo. Es Él quien nos ayuda a avanzar con pasos firmes y sostenidos en el proceso de crecimiento personal y espiritual.

  Estamos ahora bajo un nuevo pacto, el que hizo posible el sacrificio redentor del Señor Jesús. Y nuestro compromiso es vivir en consonancia con este nuevo orden que invalidó el pacto antiguo, que se fundamentaba en la Ley (v. 13).


 

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